Terminamos en Tokio. Una mega-urbe impresionante. Subimos a la torre Sky Tree a 350m y por todos los lados se veían las casas, calles, trenes, etc. de Tokio.
Otra de sus características es sus hordas de oficinistas, traje oscuro con camisa clara ellos y con falda ellas. Equipados con su maletín o cartera los ves desde primera hora cuando van a la oficina hasta última hora cuando van a cenar con los compañeros de trabajo. Es como un gran ejército de hormigas que ocupa todo Tokio.
Otra visita interesante es el mercado de Tsinjuku. El mercado central desde donde se abastece toda la ciudad. La parte donde trabajan el pescado, su frenética actividad, atunes enormes van y vienen, los despieces, etc. tiene un atractivo especial pero somos demasiados turistas (en Japón ha ido aumentando mucho el turismo año tas año) Ahora no puedes entrar en la zona de pescado hasta las 10 cuando su actividad decae. Para ver la subasta de atunes tienes que ir a hacer cola a las 4 de la mañana para conseguir un pase a la subasta. En fin, somos muchos.
Un día lo destinamos a Disneyland Tokio donde el peque disfruto de lo lindo. A mi modo de ver es más un parque temático que un parque de atracciones. Hay atracciones, pero no me parece su punto fuerte. Al ser jueves las colas no eran largas y pudimos entrar donde quisimos, esto en fin de semana debe ser terrible.
El cruce de Shinjuku, los jardines del palacio, el barrio de la electrónica, Ginza, fueron otros lugares que repetimos con respecto al viaje anterior y que nos gustó volver a ver.
Terminamos el viaje contentos y cansados, nada más se puede pedir.